Es difícil saber con exactitud cuándo nació a cerveza del cerdo volador. Alrededor de 2010 un amigo había regresado de Estados Unidos finalizando su licenciatura y me charló acerca del movimiento cervecero en este país; me comentaba sobre las visitas que había hecho a distintas cervecerías, bares restaurantes cerveceros, y cómo la gente cada día parecía consumir más y más cerveza artesanal. Finalmente, empecé a elaborar cerveza casera con él y dos otros amigos.
No recuerdo a qué sabía esa primera cerveza que elaboramos, pero me acuerdo que habíamos adquirido un kit amateur de una receta “Altbier” alemana. Fue relativamente sencillo, el mosto venía preparado en forma de sirope, y únicamente teníamos que diluirlo en agua, agregar lúpulos, enfriar esta especie de cerveza y colocarlo en un recipiente para su fermentación.
Cuando al fin esta primera cerveza estuvo lista, nos reíamos en un éxtasis de impresión al ver que habíamos logrado elaborar una verdadera bebida de fermentación y que parecía saber a cerveza. Lo siguiente fue muy común para quienes nos hemos metido de patas en este asunto; más elaboraciones, cursos para principiantes y una obsesión en general con la cerveza artesanal.
En 2011 tuve la oportunidad de viajar al Reino Unido, específicamente a la costa noreste en un pueblo que se llama Sunderland. En este sitio tomé un curso intensivo de “Tecnología Cervecera Británica” en una escuela, Brewlab Ltd. El curso se centró en la forma tradicional británica de elaborar cerveza, y pude conocer más de una decena de cervecerías, fabricas malteadoras y más plantas relacionadas con la industria.
Al regresar a Quito en diciembre de 2011 empecé a armar el proyecto que hoy es Andes Brewing. Creé una empresa para poder importar los equipos e insumos que necesitaba luego de una odisea burocrática costosa y que parecía no acabar nunca, y el 27 de agosto de 2012 logré elaborar mi primera cerveza en Ecuador: una Pale Ale que terminó contaminada probablemente porque pensé que no era necesario desinfectar el intercambiador de temperatura en su primer uso. Lección aprendida. En fin, a través de la práctica también aprendes y mejoras.
No sé exactamente cómo llegué a la conclusión, pero una tarde elaborando bosquejos deformes de logotipos para la cerveza se me ocurrió que un cerdito con alas le iría perfecto. El chancho volador, además de que me pareció gracioso y no recordaba en ese entonces haberlo visto en una etiqueta cervecera, simbolizó para mí el espíritu del emprendimiento; crear cosas extraordinarias y romper con esquemas pre establecidos de cómo deben ser las cosas. El cerdo finalmente fue elaborado por Cristina Salas, compañera de secundaria mía y hermana de Javier Salas, amigo de cervezas caseras y fundador de cervecería Sabai; anécdotas cerveceras.
A la marca la lanzamos oficialmente en Ecuador Cultura Gourmet el 28 de octubre de 2012. Fue un evento muy motivador para mí, mi familia y amigos, lleno de suspenso y un increíble sentido gratificante. Hasta el día anterior del montaje de la feria no teníamos las etiquetas listas y empezaba a imaginarme que debía lanzar Andes con botellas sin marca, explicando a los visitantes que ya “mismito salen” y que “disculpen”. Logramos vender más de 1000 botellas y contactarnos con varios de nuestros primeros clientes.
El resto de la historia es compleja, llena de momentos alegres y aciertos, así como de frustraciones y errores. Es un cuento sobre altos y bajos, sobre fantasía, creatividad, pasión, trabajo pero también ingenuidad, miedo, heridas, resbalones y duchazos de agua fría.
En enero de 2019 viajé a Berlín, Alemania, para cumplir con un sueño pendiente de hace mucho tiempo: certificarme como maestro cervecero. Estuve durante seis meses estudiando en un centro de investigación cervecera que existe desde 1883, el VLB Berlin. Fue de cierta forma un proceso de re diseño personal y catarsis. De re definir mis metas y las de la empresa. En fin, uno de nuestros slogans es “reinventarse o morir” (que de por cierto nos trajo complicaciones hace algunos años al querer registrar nuestras etiquetas en la Agencia de Sanidad del Ministerio de Salud), y pienso que nada puede ser estático en la vida; todo requiere de cambio y re diseño para progresar. El 28 de junio de 2019 me gradué finalmente como Brewmaster VLB y regresé a Quito a medidos de julio.
No veo al cerdo volador como solamente una empresa dedicada a la producción y comercialización de cerveza. Pienso que vivimos en un país que aún tiene todo por construirse y es una responsabilidad del emprendimiento causar un impacto social y cultural; aportar a construir un mejor país para las siguientes generaciones.
Nuestra misión es impactar a la mayor cantidad de vidas, compartiendo la visión de un Ecuador de excelencia cervecera a nivel mundial. Siempre he pensado que no es una obligación ser únicamente reconocidos como exportadores de materia prima, petróleo, banano y políticos corruptos. Somos capaces de cambiar esta realidad si es que realmente lo queremos y lo trabajamos duro.
Creemos en los cerdos voladores y en que todo es posible.